Alarma cableada: ¿Cómo elegir el sistema de alarma más adecuado?

¿Necesita instalar un sistema de alarma y está dudando sobre cuál será el más adecuado? La protección de la vivienda es un asunto de máximo interés y, por tanto, elegir el equipo de seguridad más adecuado también debería serlo. Por ello, antes de elegir, es muy importante conocer y entender bien el funcionamiento de cada uno de ellos. En este post vamos a explicar de forma clara y sencilla qué son y cómo funcionan las alarmas cableadas para el hogar. ¡Estas son sus ventajas e inconvenientes!

¿Cómo funcionan las alarmas del hogar con cable y sin cable?

Los sistemas de alarmas del hogar cableadas se caracterizan obviamente… por estar conectadas mediante cables a la red eléctrica.

Además, tanto la central de alarma con cable como sus accesorios, están conectados entre ellos a través de un sistema de cableado, mientras que los equipos inalámbricos (o gsm) y sus accesorios utilizan una red wifi o telefónica para funcionar.

La central constituye el corazón de cualquier sistema de alarmas de seguridad. Dicha central receptora de alarmas, equipada o no con un teclado de mandos, controla la información enviada por los sensores o detectores (detectores de movimiento, detector de infrarrojos, detector de exterior, sirena de la alarma, detector de apertura). Los detectores se colocan en las zonas de vigilancia del sistema de alarma.

Por tanto, es desde la central desde donde se decide activar la sirena de alarma. Todo el envío de la información y comunicación se transmite a través de la instalación cableada. Aquí no intervienen para nada la wifi, las ondas de radio o una batería como ocurre en las alarmas inalámbricas conectadas o gsm.

Al igual que ocurre con el sistema de alarma gsm inalámbrica, también el kit cableado suele incluir una central de alarma, sirena, sensores de movimiento y/o apertura, más una cámara de vigilancia. El usuario solo tendrá que decidir qué sistema de seguridad se adapta mejor a su presupuesto, modo de vida y tipo de vivienda.

Al precio de adquisición de un kit de alarma con cables hay que sumar los gastos de instalación de la alarma con el cableado y el mantenimiento de la instalación. Para que los cables queden camuflados y fuera de la vista siempre que sea posible conviene realizar las tareas de cableado en el momento de construir o hacer reformas en la vivienda. Hay que tener en cuenta que una vez realizada la instalación no se podrán añadir nuevos accesorios sin volver a hacer obras.

Por el contrario, los sistemas inalámbricos de alarma inteligentes no necesitan ningún tipo de instalación, se pueden utilizar de inmediato y añadirles nuevos elementos cuando sea necesario.

¿Cuáles son las ventajas de instalar un kit de alarma cableada?

  • Los kits de alarma cableada, son las preferidas por aquellos usuarios que buscan un sistema de seguridad clásico para el hogar, que no dependa de las ondas de radio o de la wifi (alarma dsc, alarma gsm, etc).

  • Este tipo de alarma con cable también está indicado para construcciones de gran tamaño con diversas plantas, o cuyos materiales de construcción podrían limitar el alcance que ofrece un kit de alarma inalámbrica.

  • Antes de instalar un kit de alarma, con cámaras de vigilancia exterior, hay que asegurarse de que el alcance de lo que capten las cámaras no incumpla la normativa sobre el derecho a la intimidad de las personas. La vulneración de estos derechos fundamentales podría implicar el pago de sanciones.

¿Alarma cableada o inalámbrica?

Actualmente, las modernas alarmas sin cable se han convertido en el sistema de protección para el hogar más demandado por los usuarios. Este aumento de la demanda se explica por su facilidad de utilización desde un teclado lcd, flexibilidad a la hora de cambiar de sitio los accesorios en función de las necesidades, y por supuesto, por su coste más asequible que un kit de alarma con cable ya que no se necesitan obras de instalación ni mantenimiento.

Sin duda, el mayor inconveniente de las alarmas cableadas es precisamente la necesidad de instalación, con el consiguiente aumento de trabajo, tiempo y dinero.

Por otro lado, la instalación de la alarma cableada, al ser fija, no permite transportar los accesorios en caso de cambiar de vivienda. Este tipo de sistemas, más tradicionales, no es tan versátil como los sistemas de alarma inalámbrica, a los que se pueden ir añadiendo algún módulo nuevo, cámaras, detectores y todo tipo de accesorios en función de las necesidades del momento.

Un punto importante a tener en cuenta es la transmisión de las alertas. En los sistemas de seguridad inalámbricos gsm o wifi, el propietario está informado en todo momento de lo que ocurre en la vivienda mediante notificaciones o SMS a su teléfono móvil. También, desde el móvil, podrá controlar a distancia el sistema de alarma en cualquier momento y lugar: por ejemplo, bloquear las cerraduras, activar la sirena, activar o bloquear el detector o detectores de apertura para puertas y ventanas, contestar a distancia cuando alguien llama al timbre, etc.

Conclusión:

Como en cualquier otro tipo de productos que compremos, la decisión dependerá de muchos factores: comodidad, diseño, presupuesto, posibilidades de ampliación/adicción de elementos, interactividad, tipo de vivienda, hábitos y forma de vida, etc.

Hay muchos factores que influyen a la hora de tomar la decisión y por ello, conviene meditarla bien y en caso necesario, pedir asesoramiento especializado a profesionales.

Los sistemas de alarma inalámbrica son una buena opción en el caso de inmuebles de grandes proporciones o cuando no se quiera o no se pueda activar el sistema a través de una red gsm, wifi, etc.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que los sistemas de cableado no permiten ninguna interactividad como en el caso de los inalámbricos. De todos modos, es posible añadirles un transmisor telefónico y conectar la central receptora de alarmas del sistema a uno o varios números de teléfono.

Otro factor importante a tener en cuenta es el precio, más elevado en el caso de la alarma cableada para el hogar y que incluye el cobro de cuotas o abonos en concepto de instalación, mantenimiento, conexión a la red eléctrica, etc.