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Es bastante habitual confundir la normativa con la reglamentación anti-incendios. Sin embargo, hay un matiz entre ellas:
La norma se refiere más bien al conjunto de criterios de tipo técnico, de calidad y seguridad que permiten determinar la eficacia de un bien o de un servicio. Es decir, que la normativa sería el conjunto de requisitos que debe reunir un determinado servicio, producto, etc., para adaptarse al reglamento vigente. Las empresas instaladoras mantenedoras deben controlar su perfecta instalación y funcionamiento. En España, cada comunidad autónoma puede establecer sus propias normativas, siempre de acuerdo a la legislación en vigor.
Según el reglamento contra incendios vigente, la normativa básica a seguir para la prevención y protección contra incendios es la siguiente:
La obligación de cumplir con el reglamento de seguridad contra incendios
El reglamento es muy claro: el incumplimiento de las normas implicará acciones específicas: los establecimientos de cara al público, inmuebles de gran altura, establecimientos industriales, o las instalaciones para la protección del medio ambiente, serán clausurados. La normativa en estos casos se refiere a la accesibilidad y sistemas anti incendio con las que cuentan este tipo de edificios.
En resumen: tanto la normativa como la reglamentación anti incendios tienen un mismo objetivo: el mantenimiento de la protección y seguridad de todos.
Los incendios en viviendas, edificios, establecimientos y empresas son una realidad que, por desgracia, no deja de ocurrir. De ahí la imperiosa necesidad de equipar a las edificaciones con sistemas capaces de localizar y afrontar los fuegos, junto a elementos de construcción y diseños adecuados para impedir que las llamas y el humo se propaguen rápidamente por todo el edificio.
La instalación de sistemas de protección contra incendios del Código Técnico de la Edificación, está vigente en España desde el año 2006.
Una gran cantidad de inmuebles de nuestro país se edificaron en unos años en los que no existía ningún tipo de regulación obligatoria que exigiera contar con medios para localizar y combatir posibles incendios. El tiempo ha ido pasando y las autoridades no han obligado a hacer cambios ya que las leyes al respecto seguían vigentes tal y como estaban.
Pero como es lógico, el sentido común nos dice que no debería haber ningún edificio sin las oportunas medidas de protección activa contra incendios. El peligro de que se produzca un incendio en estos edificios más antiguos es similar o mayor al de los edificios construidos después del 2006, año de la regulación.
Pero, además, los edificios más antiguos tienen el peligro añadido de que muchos de ellos, aparte de solera, no cuentan con suficientes medidas de protección y seguridad. Por ejemplo, imaginemos que vivimos en un inmueble de nueve plantas. La única escalera que comunica todas las plantas a través de los rellanos es también por la que se accede directamente a las puertas y ascensores de las viviendas de los vecinos. ¿Qué ocurriría en caso de incendio? Pues sencillamente, que el humo originado por el incendio que se hubiera producido por ejemplo en la 4ª planta, ocuparía toda la escalera, bloqueando la única salida para que los vecinos residentes en las plantas superiores pudieran evacuar el edificio de forma segura.
Evidentemente, las soluciones antiincendios serán de diferente aplicación dependiendo de las características de cada edificio. En muchos de ellos, resulta prácticamente inviable seguir al 100% las normas de protección activa contra incendios del CTE.
Sin embargo, cualquiera de los sistemas que pudieran adoptarse serán mejor que no disponer de ninguna medida de protección. Medidas tan simples como colocar extintores en los rellanos, cuartos de instalaciones y otras zonas comunes, o instalar luces de emergencia para señalas las vías de evacuación. Estas medidas no solo son económicas y rápidas de instalar. También son altamente eficaces ya que permitirían que los propios vecinos atajasen el fuego en sus inicios, evitando su propagación. La iluminación de emergencia permitiría evacuar el edificio de forma rápida y segura, evitando caídas o dirigirse a lugares sin salida.
La instalación de un sistema eficaz para detectar y alertar de la existencia de un incendio es algo imprescindible en aquellos inmuebles antiguos, en los que residan personas mayores. Y por supuesto, también resulta imprescindible para actuar con rapidez y evitar que las llamas se propaguen a edificios colindantes.
Sin duda, a todos nos parece bien que los vehículos dispongan de airbag, cinturón de seguridad o frenos abs. Tenemos muy claro que estos elementos nos pueden salvar la vida o al menos minimizar los daños en caso de accidente. Del mismo modo, tendremos que ser conscientes de la importancia de que nuestras viviendas estén equipadas con un sistema de alarma efectivo, que cumpla su función de identificar y atajar el fuego antes de que se propague de forma descontrolada. Con los medios necesarios, en caso de siniestro el asunto podría quedar en un simple susto y no terminar con todo el edificio en llamas.