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Antes de elegir los paneles y los aislantes, hay que tener en cuenta varios aspectos: la resistencia a la compresión y la resistencia térmica.
Cuando el aislamiento del suelo se realiza desde arriba, es importante elegir un aislante resistente a la compresión para que no se aplaste. Para entenderlo mejor, imaginemos que el suelo debe ser capaz de soportar todo el peso del revestimiento, el de los muebles y el de las pisadas de sus habitantes sin que se abombe con el tiempo.
La capacidad de un material aislante de ofrecer una buena protección térmica depende de un indicador que se llama resistencia térmica (R). Esta resistencia debería situarse entre 1,5 y 3 m2 k/W, en el caso de un aislante de un suelo sobre elevado, y de 3,5 a 6 m2 k/W si el suelo está construido sobre una zona de arrastre o un local sin calefacción por suelo radiante.
Aislantes térmicos para trabajos por la parte de arriba
Entre los aislantes térmicos para el suelo, de origen mineral, que resisten eficazmente a la compresión y que no se pudren, los más utilizados son la lana de vidrio y la lana de roca (lana mineral), la perlita, la vermiculita y la arcilla expandida.
Los aislantes vegetales también son otra excelente opción para el aislamiento térmico del suelo. Por ejemplo, el corcho, la fibra de madera o el lino.
Entre los aislantes de origen sintético que podemos usar para el aislamiento del suelo por la parte de arriba tenemos el poliestireno expandido y el poliestireno extruido. Ambos ofrecen un buen nivel de rendimiento y una excelente capacidad de aislamiento térmico del suelo.
Para el aislamiento de la parte de abajo, encontramos aislantes de origen mineral, como por ejemplo, los paneles de lana de vidrio o de lana de roca (lana mineral), o las placas de vidrio celular. Los aislantes de origen vegetal para el suelo que se pueden utilizar en este caso son la guata de celulosa, la fibra de madera o incluso el cáñamo expandido.
Aunque el suelo represente menos desperdicio de energía (7%), que los muros o el techo, sigue siendo un importante elemento sobre el que hay que actuar.
Tanto el aislamiento térmico como el aislamiento acústico del suelo se hace tanto en pisos nuevos como en obras de rehabilitación y se puede realizar en suelos calefactados (suelo radiante) o sin calefactar. Se trata de una operación que mejora enormemente el nivel de confort al tiempo que disminuye enormemente el importe de la factura gracias al ahorro de energía.
De hecho, la elección del tipo de aislamiento térmico acústico dependerá de la configuración del suelo de su vivienda. ¿Es una construcción en terraplén? ¿en una zona de arrastre, accesible o no? Es de vital importancia tomar estos datos en consideración antes de elegir el aislante.
Una vez resueltos estos aspectos, llegará el momento de elegir las bases aislantes para aislar el suelo: paneles de lana de vidrio o de lana de roca; guata de celulosa, o fibra de madera.
El suelo en terraplén está sobre una losa de hormigón sobre la tierra nivelada y, lógicamente, no se puede acceder a su parte inferior. Por tanto, la única opción en este caso es aislar desde arriba. Por otra parte, para evitar que las humedades suban a las paredes (por capilaridad, después de la colocación de un revestimiento estanco), es muy útil utilizar una chapa aislante permeable al vapor de agua.
Aparte de la chapa, también existen otras opciones para el aislamiento térmico de suelos, como, por ejemplo, la instalación de un material aislante por debajo de la losa al nivel del suelo, o el suelo con losas o vigas en el que previamente se ha vertido hormigón sobre una tarima metálica.
Si la construcción es sobre un sótano (espacio entre el suelo y la tierra) que puede ser poco o nada accesible, no podremos andar por debajo del piso, pero sí podremos proceder a su aislamiento por debajo.
Por el contrario, si el sótano es accesible o la pieza está construida encima de un local no calefactado, hay que aislarla por debajo.
Las soluciones de aislamiento térmico irán, por tanto, de los paneles aislantes instalados en el techo del subsuelo, a la creación de una chapa flotante justo antes del suelo, pasando por el suelo de losas.
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El precio del aislamiento térmico del suelo varía en función de la superficie del suelo, así como también la del espesor y del rendimiento del material aislante.
Pero también hay que tener en cuenta el tipo de aislante. Un suelo de losas tiene un precio de entre 40 y 60€ m2, el metro cuadrado de la capa en la que se integra el material aislante cuesta ente 20-25€, y las losas estándar cuestan entre 10-20€ m2.
Si la lana de vidrio es el aislante más utilizado en España es porque su relación calidad precio es excelente. Su precio suele ser de 5-8€m2. La lana de roca se vende al mismo precio, pero puede superar los 10€ de precio. Respecto a la fibra de madera, su precio es de entre 15 y 20 €m2, el mismo que para el poliestireno expandido, la guata de celulosa o el poliuretano.
¿Estos precios le parecen elevados? Por suerte, existen diferentes ayudas y subvenciones públicas (créditos para la eficiencia energética, ayudas municipales, planes de las comunidades autónomas, etc.,) a las que podemos acogernos para que el gasto del aislamiento sea más abordable.
Por último, antes de comenzar las obras de aislamiento del suelo conviene pedir varios presupuestos para comparar precios. Cada empresa nos dará su propio presupuesto para el material y la mano de obra y después, solo tendremos que elegir el que mejor se ajuste a nuestras necesidades y presupuesto.
Aislar la vivienda es indispensable para consumir menos y mejor. El aislamiento del suelo también es un gran paso adelante hacia una mejor eficiencia energética, una factura de energía más reducida y un consumo más ecológico.